miércoles, 23 de septiembre de 2015




Me señalaste
el cielo del atardecer
interrogante.

Fuimos buenos amigos.
No es culpa de nadie.

Quizá un día
nos crucemos por la calle
y decidas no verme.

Y decida no verte.

Porque siempre 
se nos ha dado bien
ser solitarios y cobardes.

Aún así,
no será culpa de nadie.

Como máximo
del tiempo
que es insensible
y aplastante.

Vámonos
que nos hacemos viejos
y se nos hace de noche.

(S)

sábado, 11 de octubre de 2014


TERESA

Así, febril, aturdida, gris,
semiinconsciente,
fuera del menester y de la duda,
rodeada de tubos y pastillas
y cobardes
te juzgaron.

Haz memoria, Teresa, dinos algo
y desaparecemos de tu alrededor
como avión que despega a la señal pactada.
Y tú caerás, caerás,
a plomo y fuego,
se desvanecerán las calles de tus ojos,
caerás al mar, al cielo, a la deshonra,
al vacío que excavan las palabras
repetidas hasta matar
como la sangre
por los poros.

Porque fuiste mujer
y obrera
y te manchaste,
arriesgaste tu vida por cuidar a otros
y dicen que lo hiciste por dinero

porque ellos están muertos por dinero.

Porque fuiste a la peluquería
y te depilaste,
como obrera y mujer te depilaste,
aún con un virus comiéndote
fuiste mujer y obrera,
y te faltaron dos décimas de fiebre
para que te reconociesen como víctima
y no te diesen paracetamol
para bajar tu fiebre
y que te faltasen dos décimas
para que te reconociesen como víctima.

Teresa.

Teresa,
como un cirio en el ala de un secreto,
remando con petequias en las manos,
cabalgada por callos y mentiras,
Teresa que es culpable de confiar en ellos,
para que confiemos en ellos dicen que es culpable
Teresa,
para que confiemos en ellos
como Teresa
que es culpable
por confiar en ellos.

Teresa
como un sueño de amor que late en vano.

Teresa que atraviesa, que aterriza,
Teresa tersa, tensa,
tose y prende fuego al rostro
de un ministro.

Teresa como un arco que dispara
una flecha rota.
Teresa,
como la luz que hay ahora en todos
los rincones del mundo, titilando
para que la oscuridad
no engulla
el cuerpo de los hombres.


Si sirve para que ices la cabeza
te diré que yo los veo
darte la espalda con miedo,
aún moribunda.

Que yo sé quiénes son y lo que han hecho.

Que yo si sé quién mata
desde una tablet
pagada con dinero público.

Que nosotros sabemos quién os envía a morir
como soldados de un país que no os ama,
que llama héroes a sus futbolistas
mientras estás tú ahí
y dice que vivís muy bien
y que morís muy bien.

Que nosotros sabemos quién te tocó la cara.

Que son las personas como tú
las que salvan al mundo
de derrumbarse a cada instante.

Teresa,
Porque nadie nació
para encubrir su muerte

ni para justificar su vida.

No habrá quién pueda contigo,

Teresa,

heroína que escupe sangre a dios
y mira al frente.

sábado, 19 de julio de 2014

DDHH



La incertidumbre
es un hacha afilada
con promesas.
El somnífero mortal
del capital y la grandeza.
Un plan maléfico
de los que la sostienen
(ni siquiera firmemente)
afirmando 
que su infierno
legitima el genocidio
de otras cabezas.
Esta vez más humildes
más matables,
más morenas.
 
 
(S)


#FreePalestine.


martes, 29 de abril de 2014

Con lo bien que me he portado...





POEMA PARA EL SR JUEZ

Nadie lavará manos que en el puñal se encienden
y en el amor se apagan.
Miguel Hernández

I
No quiero ir a la cárcel,
señor juez,
todavía soy joven
y tengo un par de proyectos.

Así que voy a ir diciendo que se mueran los pobres.

Así, que sólo quede alguno
para tener limosna
para darle.

II
No quiero verme entre cuatro paredes
entre las que pueda pensar
con lo malo que es eso,
con lo mal que le ha ido siempre a los que piensan
y lo bien que le ha ido a usted, señor juez
que hoy me contempla
tras absolver a diez banqueros
que, víctimas del sistema,
nos fallaron.

III
Pobres banqueros señor juez.

Con la pasta que les habrán costado esos abogados.

Qué problemas que tienen los banqueros.
Cómo les atormentarán en sus conciencias
las familias desahuciadas,
los maderos cuajando ojos que habían visto,
los llantos de la calle,
la puta miseria.

Ellos no pueden hacer nada por sí mismos.

IV
No quisiera ser banquero, señor juez.

Con la pasta que se han gastado en abogados

y usted los iba absolver igual, señor juez,
qué generosos,
no los puedo creer a los banqueros.

Son dioses de la patria.
Son la redención de este país
de necios feligreses.

V
¿Yo qué soy, señor juez?
Yo qué soy
si apenas alcanzo a distinguir entre una víctima
y un condenado a muerte por la patria.

Si apenas sé cómo utilizar la muerte señor juez.
Es algo que se me va de las manos.

Ustedes la dominan de punta a punta
pero yo no,
igual que la palabra,
que la libertad, que todo.

VI
No sé distinguir entre una víctima y un victimista,
señor juez,
por más que lo intento me tiene que explicar.

A la víctima la mató ETA
y al victimista el legítimo régimen

como a los desahuciados.

La víctima es llorada
y el victimista llora.


La víctima se defiende
y el victimista ataca.

La víctima tenía familia
y el victimista no nos consta
que existiese.

La risa de la víctima
es peor que el olvido del victimista.

Mola más el olvido que la risa, señor juez.

VII
Por favor, explíqueme.

Sabe usted tanto.

No es por hacerle la pelota, señor juez,
pero le confesaré una cosa.

Me recuerda usted a Franco, señor juez,
tan hombre de su tiempo,
tan seguro de todo,
tan perfeccionista en el pensar
de las personas.

VIII
Los dictadores muertos en la cama
son los dulces abuelos de la democracia,
esta débil democracia
que sacuden con pancartas  los indeseables.

Con el esfuerzo que usted hace, señor juez
y aún no los mete a todos en la cárcel.

Quién se puede burlar de los abuelos dulces,
señor juez,
quién tiene el corazón podrido de pobreza y guerra.

IX
Quién niega el honor a los que mataron
para no matar más en el futuro.

Voy a llevarles rosas a los asesinos, señor juez
con una tarjeta roja como el fuego
del corazón de España
y les diré que amo
su féretro,
lo cruel que es hoy la gente
con su brutalidad salvadora.

X
Lo que la gente los extraña,
sus banderas,
esas banderas de asesinatos firmes
en manos de chavales
convencidos de que la sangre
se escurrió hacia su victoria,
señor juez,
esos chavales del PP,
esos demócratas
opinando libremente
que estamos mejor muertos.

La maravillosa herencia de los asesinos.

XI
Y de la redención del pueblo surgirán
jueces como usted
que barran para España.

Y el amor estallará como un misil
estalla en la frontera

para siempre.

Para siempre, señor juez.

Sin dejar nada más.

XI
Sepa que guardo el máximo respeto
a todos los asesinos de la patria.

La gente muere para hacer demagogia señor juez,
y eso es ventajista
¿Mueren ustedes acaso?
Pues ya está,
basta de rollos.
Morir uno de ustedes les pondría a su altura.

XII
Sólo me reía de los chistes de Irene Villa
porque pensé que había volado en el 11M,
señor juez,
tiene que creerme.

No sabía que fuese cosa seria.

La justicia y los temas elevados
(que no lo digo por Carrero Blanco)
son demasiado para mi intelecto.

XIII
Déjeme en libertad, señor juez.

No le he hecho daño a nadie,
sólo a mí mismo
diciendo lo que pienso.

Pero no volverá a ocurrir.

Ustedes me dirán,
patriarcas de la voz

ustedes me dirán


lo que tengo que decir para ser libre.


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Y si no sale de la cárcel por lo menos sale la voz, a la voz no hay quien la pare, ni rejas, ni paredes.

viernes, 18 de abril de 2014

El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas...




POR HABLAR

El lenguaje de un ave que punza en la garganta,
el  paje que no sabe donde cargar su llanto,
el manto de las fusas ahogando a quien las canta,
la planta que las musas desraizan del espanto,

la soledad de amar contra un papel en blanco,
la gravedad del mar lanzando el mundo al suelo,
el vuelo en que una vida descarna en el barranco,
el flanco en que la herida retuerce el desconsuelo.

Cualquiera puede hablar de un sol que ve a lo lejos,
cómo era un lupanar, la cárcel de un secreto,
de la benevolencia de un ojo que ama.

Quiero filtrar la ausencia que brilla en los espejos,
cimbrear la certidumbre triunfante del decreto,
huir de esta costumbre de huir desde la cama.

lunes, 20 de enero de 2014

Vomito.




Dejé de cogerlo
hace mucho tiempo.

Estoy vomitando.

Cada vez más.
Hojas verdes en las aceras.
Y cada vez más barreras.
Y cada vez más mierda.

De los reyes y los dioses
sólo se sabe lo que cuentan.

La gente es feliz
porque se la suda
lo que pasa.

Es que esos cabrones
ni pasándolas putas
se levantan.

La bazofia ya
no le tiene miedo a nada.

El pueblo es una broma.

Asterix y Obelix
acabaron en el club Megatrix
comiendo rabos romanos.

A ellos se la suda.
Porque una boca
con una polla dentro
siempre es muda
y nosotros NUNCA
mordemos.

Seguimos pagando.
Nos siguen violando
derecho a derecho.
Seguimos tragando.


Hasta que vomitemos.

(S)

martes, 19 de noviembre de 2013

Tú yo muchacha estamos hechos de nubes.




No me dieron más armas que unos ojos
ni otro lugar del mundo que estas calles
inmundas de cegados corazones
que destripan la vida a ras de rabia
mientras les sobreviven como riegan plantas.

No hay peor juez que aquel que teme al libre,
no hay peor rehén que el libre que es juzgado
por dar su nombre a cara descubierta
en lucha por la vida que nos drenan
los que tienden la suya en nuestros patios.

Una peste carcome nuestra patria,
un canceroso réquiem de cadenas
se avecina oprimiendo las laringes.

Depredáis la libertad que os justifica
con golpes animales que dan brazos
que no han de responder en vuestro nombre.
Vedáis la corrupción con torres altas,
tendéis cepos legales al progreso,
encenagáis la voz de los que sufren
con ruido de sirenas y disparos.

Cuando se oculta al mundo la barbarie
germina el despotismo en la injusticia.

¡Qué triste es blindarte de tu pueblo!
¡Rehuir el rostro al fuego de tu causa!
Culpar de la opresión al oprimido,
despedazar el dedo que te apunta
para poder seguir despedazando.

Todos, corruptos vanos y excelentes,
adalides del orden que yo ordeno,
tiranos incapaces y cuatreros
que prenden fuego al borde de su casa;
Todos, palmeros grises recogidos,
monaguillos silentes e infelices
que se renuncian como atriles rotos
para la ideología del bocado,
implacables prudentes que enmudecen,
santifican los nombres de ladrones
que no hundan más la mano en su bolsillo.
Todos, jueces serviles, periodistas,
burocracia de lodo y pestilencia,
autómatas caníbales que dejan
morir la libertad de otro en sus brazos

los que arrancan la piel que se levanta,
los que dejan sin ojos al que ve su rostro,
los que matan al hombre que no se somete.

Qué cobardes sois todos y qué débiles,
que no hay en vuestro pecho otra defensa
más que el oscuro amparo de la duda,
que vuestras manos hieden a violencia
exenta de peraltes ni coartadas.

Sepa el mundo que estamos en la cárcel,
península sangrienta de indolentes
que ven humo en sus manos y no apagan
por miedo a no saber qué hacer con ellas.

Sepa el hombre que España no ama al hombre,
que es hostil a la vida y al deseo,
que no halla más que ruina en su letargo.

Y sepa que se acusa en su silencio.

A una persona honrada no le importa

que sus manos sean vistas sobre el pan que gana.

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¿Para cuándo el anteproyecto de ley para poder tirar la puerta de mi casa y dejarme parapléjico por escribir esto?