EN LO CONSTANTE
Todo
decae afuera
como lluvia podrida que ciega
descargara contra la
amputación de las estatuas
T.S.S.
La ciudad encapuchada sigue andando
las pisadas salpican,
a mi alrededor no hay gente que no corra.
Amanece un denso gris en los cristales,
las macetas tiemblan en sus riscos
y pasear es más incómodo
y más agradecido
por el filo de las acacias ruedan nubes
y yo tengo las manos en los bolsos
donde no pueda llegar el frío.
Por la mañana han tosido los carteros,
sobre rayas resbaladizas
derrapa la paciencia
la sangre se estenosa entre mis dedos
no puedo tocar a nadie.
Hoy es un día de esos
en los que tiene justificación echar de menos,
porque los dedos tiemblan
y los abrazos no importunan,
se constipan las cabezas por un tiempo
y todo el mundo acaba
tan frágil y agotado
de escapar.
No distingo tu abrigo
en las paradas de autobús
ni en los semáforos,
goterones que ciegan mis pestañas
me van dejando solo.
Hoy quiero ver si el sol
sigue saliendo en tu terraza,
cuando chocan las copas de los árboles
y estos trozos de cielo claudicados
resbalan por los retrovisores de los coches
el pasado acecha en cada esquina
y el futuro pende en los aleros
y cae como una micra de ártico en el alma
que gelifica el pelo y las ideas
de que los pasos llevan algún sitio.
Los toldos improvisan barricadas
y el gris es una carpa
gigantesca,
recuerdo que tú estabas
con el flequillo mojado ante mis cejas
sonriendo
y quiero ser tu escudo
y llevarte a flotar sobre los bancos
y escuchar en la otra orilla de la calle
juntos
cómo crepitan los tejados.
Voy cada vez más despacio y ya
no veo
mis zapatillas suenan a ventosa
y las perneras sumen mis tobillos
en medio del raudal que hacen las prisas
los perros se sacuden en los felpudos
y los columpios se hacen peligrosos
y las madres cogen de la mano
y las chicas extienden sus bufandas
todo el mundo está alerta,
todo el mundo.
Y yo estoy quieto
porque nunca seremos impermeables
y el deseo es una balsa en uno mismo
y quisiera ya que naufragase
en un día como hoy,
lleno de proyectiles
En el que los amigos que se cruzan
no conversan
y se dan la vuelta los paraguas
y las capuchas no dejan ver bien
y nadie regresa a por nada.
Quiero llegar a casa
Llego a casa
Domesticar la tempestad con una ducha,
decirme que estos días suceden y se pasan,
sentarme en el sofá,
secarme el pelo.
Cierro las ventanas,
escurro los calcetines,
pongo la calefacción todo
lo que puedo.
Y esas malditas gotas,
y esa ciudad que afuera muere ahogada
y esa forma que tienes de secarte
sin que nadie te vea,
en el bidé;
van pasando de largo en las cornisas,
se arremolinan,
vuelven a estar juntas,
desembocan en una ciudad encapuchada,
en un río,
en el mar,
en otra parte,
corretean
como la sed asciende en la garganta,
como colonizan las lágrimas un pómulo
como las letras de un poema
sobre el que el agua ha caído
mucho tiempo.
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"Muy pocos tienen el valor de ir montados sobre su propia alma."
Es duro tener que hacerse a la idea... de que quizá estos sean... nuestros mejores días...
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