Garcilaso, el don del estremecimiento;
Boscán, la lógica de los sentidos;
Francisco, verbo en carne y sentimiento;
Góngora, horizontes divididos;
Fray Luis, dichoso sabio humilde;
Nicolás del Hierro, alma color plomo;
Pablo, corazón lleva una tilde;
Dámaso, palabras en el lomo;
Meléndez Valdés, suspiros inclementes;
Cernuda, remendadas sensaciones;
Plaza Llamas, versos incandescentes;
Ana, aserrín de almendra en los pezones;
Antonio, amor en hiel deshecho;
Gabriel, arma cargada de poesía;
Gloria, mujer de verso en pecho;
Aníbal, cadenciosa melodía;
Rubén Darío, Oriente perfumado;
Federico, tenebrosa silueta;
Pedro, flores de brillo sonrosado;
Santiago, por aquí vive un poeta;
Mario, la sonrisa punteada;
Amado, criptogramas en la piel;
Blas, cabeza huérfana de almohada;
Jorge Luis, buenos aires de papel;
Juan Ramón, sol tras las nubes y los claros;
José, flor deshojada de esperanza;
Manolo, ya no se oyen los disparos;
Rosalía, estrellas en la lontananza;
Beatriz, miel, aguanieve y telarañas ;
Alberto, hilos de niebla en la retina;
Abelardo, tequila en las entrañas;
Pere, paraísos de morfina;
Alfonso, Homero en Cuernavaca;
Benjamín, balcón que soy porque te amo;
Jaime Gil, pasiones con resaca;
Gerardo, ya no sé como me llamo;
Guillermo, esfinge de frases talladas;
Miguel, el rayo que no cesa;
Gamoneda, león de las miradas;
Eduardo, menstruación de la princesa;
Kutxi, el corazón de pan y mimbre;
Gala, ronroneo de los olivos;
Gonzalo, candorosa urdimbre;
Roberto, pétalos esquivos;
Rafael, marinero en tierra santa;
José Ángel, palabras crepitantes;
Luis, la madrugada se desplanta;
Vicente, atardeceres relumbrantes;
Manuel, silbar del viento entre las ramas;
Juan, diccionario de bellezas;
Octavio, fluir del éter en las camas;
Unamuno, diamante en las malezas;
Jacinto, príncipe de la niebla;
Alejandra, caminos del espejo;
Jose Agustín, el oficio que me puebla;
Pepe, se más por perro que por viejo;
Villaespesa, mármol pulido con salivas;
Valle-Inclán, páginas, rosas y garrotes;
César, bordas de hielo fugitivas;
León, que nos quedamos sin quijotes;
Victoriano, el fulgor y la memoria;
Gabriela, plácido aleteo;
Jaime, traqueteo de la noria;
Álvaro, nueva soledad para el deseo;
Felipe, anochecer en los recodos;
García Montero, manto de franela;
Joaquín, la boca mía que es de todos;
Ángel, un par de dudas con canela.
[H&C]
Boscán, la lógica de los sentidos;
Francisco, verbo en carne y sentimiento;
Góngora, horizontes divididos;
Fray Luis, dichoso sabio humilde;
Nicolás del Hierro, alma color plomo;
Pablo, corazón lleva una tilde;
Dámaso, palabras en el lomo;
Meléndez Valdés, suspiros inclementes;
Cernuda, remendadas sensaciones;
Plaza Llamas, versos incandescentes;
Ana, aserrín de almendra en los pezones;
Antonio, amor en hiel deshecho;
Gabriel, arma cargada de poesía;
Gloria, mujer de verso en pecho;
Aníbal, cadenciosa melodía;
Rubén Darío, Oriente perfumado;
Federico, tenebrosa silueta;
Pedro, flores de brillo sonrosado;
Santiago, por aquí vive un poeta;
Mario, la sonrisa punteada;
Amado, criptogramas en la piel;
Blas, cabeza huérfana de almohada;
Jorge Luis, buenos aires de papel;
Juan Ramón, sol tras las nubes y los claros;
José, flor deshojada de esperanza;
Manolo, ya no se oyen los disparos;
Rosalía, estrellas en la lontananza;
Beatriz, miel, aguanieve y telarañas ;
Alberto, hilos de niebla en la retina;
Abelardo, tequila en las entrañas;
Pere, paraísos de morfina;
Alfonso, Homero en Cuernavaca;
Benjamín, balcón que soy porque te amo;
Jaime Gil, pasiones con resaca;
Gerardo, ya no sé como me llamo;
Guillermo, esfinge de frases talladas;
Miguel, el rayo que no cesa;
Gamoneda, león de las miradas;
Eduardo, menstruación de la princesa;
Kutxi, el corazón de pan y mimbre;
Gala, ronroneo de los olivos;
Gonzalo, candorosa urdimbre;
Roberto, pétalos esquivos;
Rafael, marinero en tierra santa;
José Ángel, palabras crepitantes;
Luis, la madrugada se desplanta;
Vicente, atardeceres relumbrantes;
Manuel, silbar del viento entre las ramas;
Juan, diccionario de bellezas;
Octavio, fluir del éter en las camas;
Unamuno, diamante en las malezas;
Jacinto, príncipe de la niebla;
Alejandra, caminos del espejo;
Jose Agustín, el oficio que me puebla;
Pepe, se más por perro que por viejo;
Villaespesa, mármol pulido con salivas;
Valle-Inclán, páginas, rosas y garrotes;
César, bordas de hielo fugitivas;
León, que nos quedamos sin quijotes;
Victoriano, el fulgor y la memoria;
Gabriela, plácido aleteo;
Jaime, traqueteo de la noria;
Álvaro, nueva soledad para el deseo;
Felipe, anochecer en los recodos;
García Montero, manto de franela;
Joaquín, la boca mía que es de todos;
Ángel, un par de dudas con canela.
[H&C]
Somos la tierra que absorbe agua que riega semillas, somos la parra que busca el cielo por ajadas barandillas...
Los días nos hicieron sabios. Los años nos harán eternos.
¿Te embarcas?
gritaban...
y yo sonriéndoles dije al pasar:
Yo ya me he embarcado;
por señas que aún tengo
la ropa en la playa
tendida a secar.
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