Así que deja de inventarte recetas… pregúntale a las brujas… que aún van a la hoguera

Acuchilla mi frío lecho
la ventisca de la angustia…
sobre el cristal de tu pecho
un rayo de sol se mustia…
se encogen las paredes,
se agrietan los despertares,
la luna encalla en las redes
de esparto de los juglares;
No atrapa mi boca el beso
que sobre el techo reclina
una paloma de yeso,
de légamo y de resina.
Esculpida en la penumbra
del pasillo tu sonrisa,
las tardes apesadumbra
y las estrellas requisa;
una hebra de luz medrosa
en una caricia tierna
que en la cornisa se posa
mi ilusión desencuaderna.
La vida inmisericorde
atenaza el aire ungido
y desliza por el borde
de su navaja el olvido.
Los páramos calcinados
por áspera llamarada,
tus deseos derramados
se extienden por mi mirada.
La furia troncha las ramas
de mi jardín de madera,
silencio embalado en dramas
que las calles incinera…
aplasta los caracoles
si de tu voz se encapricha
y clava en sus girasoles
la estaca de la desdicha.
¿Qué puño oprime mi cuello,
qué sombra habita tu cara,
qué sacude tu cabello
como si todo temblara?
Este arrecife de dudas
desprende en nubes estancas
rocío en gotas desnudas
que yacen en losas blancas.
Resurge tu tibia esencia,
ráfaga de amor abstracto,
la sutil reminiscencia
vagarosa de tu tacto.
El rescoldo del derroche
succiona la luz del alba
y parten hacia otra noche
tus vítreos ojos de malva…
al sucumbir a tu mano
mis labios se desmadejan
y el mundo que gira en vano
mientras tus piernas se alejan.
Tu retrato se cobija
en ese tintero muerto,
la mirada siempre fija
en mi portal entreabierto.

[H&C]

Me han robado el esqueleto… me abrasa la carretera… a mí no me afecta el fuego… yo aquí sólo… huelo a rueda…




Nunca estuviste en el cielo... tú eres de los que no vuelan…
presidiario del silencio… frío que todo congela…si se ha muerto un sentimiento…
yo le encenderé una hoguera… de esas que llevo por dentro…
de esas… que de fuego me hielan.

He perdido los papeles… me expulsaron del planeta… te vi, te vi… pero no sé dónde… ya verás que no hay respuesta… he llegado al horizonte… se avecina una tormenta, me voy a tirar al monte…


reza para que me pierda.

Mira bien la talla al cambiar de chaqueta. Y escóndeme del monstruo… que no me vea…

Hay ventanas que pueden habitarse

como se habita una ciudad, durante años.

Hay escenas que encienden una vida

y vidas que encienden una muerte mientras duran.