Por las calles de mi infancia caminaban nubes
con cuajos de belleza en los zapatos
y había en un altar maligno una pregunta
que arrancaba las baldosas de la calle al patio
y yo nunca sabía contestarla
y de mi boca salían soles contestando
sin que yo pudiera atarlos ni escupirlos
o simplemente, sólo, despertarlos.
Cuando volvía del futuro a gatas
mi celda ya me estaba acurrucando
en dos suburbios agrios de algodones
con un abanico de sudor y asfalto.
Cuando me aburría de cerrar los libros
jugaba a hacer escenas de teatro...
(A veces, no lo oculto, me dormía
y mis personajes me roncaban labios
con los que hacerme un nombre al día siguiente
y que no me llamasen los paisanos)
Ahora no puedo llorar sin ocre
ni dar a mis nubes un color amargo,
reciclo las palabras y los soles
y cuando me atrapan mis siluetas firmes
dejo el alma al pie de los caballos
y me pongo a recitar en sueños
salvas de sonidos que construyan algo.
Las cosas no eran tan bonitas.
Ni el telón oculta que nada ha cambiado.
[H&C]
Sentimos una ola
de sangre, en nuestro pecho,
que pasa... y sonreímos,
y a laborar volvemos.
de sangre, en nuestro pecho,
que pasa... y sonreímos,
y a laborar volvemos.
1 comentario:
Pero si no tiene pegas, no sé qué quieres que te escriba.
El recurso del paréntesis es muy bueno, parece como si contaras un secreto al oído.
El final es perfecto, pero las cosas sí han cambiado.
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