Hoy he cruzado el puente de piedra muy despacio,
ciñéndome a la estrecha penumbra de poniente,
enhebrando en mi rostro mugriento de tristeza
las orillas doradas de júbilos pasados.
En los recodos quedan frases que sí que nos dijimos,
las mañanas de invierno sin ir al instituto
y las malvas enfermas de poesía...
La encina sigue siendo tan alta y tan hermosa
y a la esquina calva de nuestra merienda
la hierba le ha crecido por debajo.
Me he acordado de mí, solo en el césped
rayando en los cuadernos el tiempo que quedaba...
"También tú querías crecer, y sin saberlo
te ha crecido la vida por debajo"
Me he acordado de ti y de tus historias
varadas en murmullos de pétalos inquietos
y de los amigos que a tus pies quedaron
como los cantos que te hacen orilla.
¡Oh, río de mis días luminosos,
cuánto de mí reflejan tus espacios!
He escuchado el amor rojizo de tus noches
que lleva en sus espumas el eco de mi pecho,
las vírgenes caricias de tu tierra blanda
en el sigilo de los embarcaderos.
¡Y tus tercas huidas de niebla aventurera!
Tus canciones borrachas, tus regresos lentos
que compartí con tantos otros que quisieron
sentir libre el aliento salvaje de tus islas.
He tirado piedras sin éxito a la luna,
me he sentido un cualquiera escribiendo para todos
en un papel mojado que se secará algún día.
Llevándose consigo mis lágrimas fluviales
y esta tarde mediocre de recuerdos
a puertos estragados de perpetuos cauces.
[H&C]
Y los recuerdos al aire me besan la cara...
Sólo recuerdo lo bueno. De lo malo, nada.