Me gusta el ajedrez.
Me gusta porque muchas veces, mientras juego, puedo notar el estado de humor de los reyes y a veces me siento ellos..
Cuando se ven envueltos en un jaque del que no pueden salir. Cuando sus reinas dejan de protegerles.
Palpo su pesar... cuando torres y caballos... alfiles y peones se sacrifican sin miramientos por darles un suspiro más. Les oigo fingir su ruina en interminables arengas motivadoras (siempre antes de enrocarse y una vez seguros mandar a la muerte a sus tropas).
Se de la determinación diagonal de los alfiles. Es sencillo entender la frustración en esas cárceles de color, pueden llegar a cualquier parte.. excepto al cuadro más cercano.
Admiro la compleja aleatoriedad de los caballos, la valía de sus saltos, su agresividad, la extraña sensación de potencia y control dentro de su propio caos.. cuando hasta el penúltimo movimiento no saben realmente donde van a parar..
Es una suerte contar con la verticalidad de las torres. La salvaje inexpresividad de las dos hermanas... al dar muerte por fin.. a cualquier rey que se atreva a pasárseles por delante.
(Hermanas más altas han caído).
¿Quién no daría importancia a la Reina? Las figuras más bellas.. como los grandes bises.. siempre van al final..
..pero hoy no.
Los laboriosos peones serán los más importantes hoy. De su lentitud se harán cuentos.. cuando descubran que sus pasos les han convertido en reina.. en torre.. en la salvación de toda la corte.. cuando descubran las figuras.. que sin ellos no son nada..
Los caballos están cansados ya, de pasaros por encima.. a los alfiles sólo les estorbáis... la reina ni os mira... el rey os manda a la muerte.. y sólo reconoce su necedad cuando sois los únicos que sobrevivís a la masacre.
(S)
… no sólo son cuadros blancos y negros.