sábado, 28 de noviembre de 2009

Querido enemigo.. dejame en paz.. no quiero saber de envidia.. ni de maldad


En la espalda yo tenía.. un agudo dolor.. ronroneante intenso privado.. Sonoro como su carcajada.. Tenía tierras de nadie.. cuanto menos mías.. un vocabulario que no se expande... una nariz rota.. tenía laminas.. lienzos.. cornisas.. Cosas todas.. afiladas como puñales. Tenía intentos fallidos.. decisiones nunca tomadas... Pastillas de goma.. Tenía la rabia de lo perdido.. leves dosis de esperanza.. Tenía cuentos que hablaban del destino.. y otros de los que nunca terminan..

Había pequeños lunares verdes.. que se unen para formar una mancha... para que te des cuenta de que no vales la pena... para que te de miedo salir a la calle.. para que te asustes por nada..

En la espalda yo tenía.. cortos espacios de tiempo.. el tic tac de mil relojes..

La cabeza gacha.. la mirada perdida.. entre tanta gente que como yo.. sufren de un agudo dolor de espalda.

(S)

domingo, 15 de noviembre de 2009

Cumpliste con tu cometido... measte y te largaste...


Con el tiempo pasan
rodando los plumajes de la idea,
se vuelven teatros las vaguadas,
las quemaduras que traspasa el aire.
Se aprende a ser senil y adusto,
a mirar mal a los hombres que dormitan
sobre tu escudo de armas.
Se ve pasar el amor
por el retrovisor del coche en la chatarra.
Después se olvida
la aritmética central de la alegría,
el cénit de los pájaros que vuelan,
el simple mecanismo de la magia.
Se estanca el mar,
se abate la palabra
en la línea delgada del vacío,
el tráfico condensa la materia
y se aprisiona la duda
como patria desrejada,
como terraplén ansioso de pisadas,
mortales y difusas
como ecos de un beso.
Con el tiempo,
ya no resuenan besos en la tapia.
Con el tiempo
se arruga la desnudez bajo el vestido,
se viste la belleza
y se desnuda el hueso.
Se aprende a maldecir
con las palabras más hermosas.
Pero con el tiempo
no se pierde esa ansiedad por reclamarnos,
ese vaivén glorioso de ilusiones
que acristalan el balcón
donde aún,
hemos podrido el alma de querernos,
abrazados y arremetidos,
luchamos por recuperar
las hojas otoñales que volaron,
nuestro árbol firme,
todo lo que fuimos a partir de ahora.



[H&C]

Nadie regala flores...
en el Dolores Club...
ellos son todos señores...
y ellas... todas como tú...

sábado, 7 de noviembre de 2009

Y quedarme con la esencia.. que es paciencia para andar


En cada sombra se esconden


Partes de viento
...................Que todo se lleva
.............Sin esquinas
Cansado

Partes de olas
.......Que fluyen
...........Con todo lo importante
........Sin vida
Ni sentido

Partes de tierra
Que siendo impune
Inamovible
Puede dar mucho miedo

Y partes de fuego
.........Que la tiznan y la amargan
..........La corrompen y torturan
La hacen ser..
......cuanto menos

................................Humana

(S)

Entre el 20 y el 22... allí estaba...
encerrada entre 4 versos.. la poesía

martes, 3 de noviembre de 2009

No sé cuánto tiempo habré perdido...



La niña triste está triste.
Cada vez que le recuerdan a sus ojos
las cuentas de metal
que hunden su rostro
se le enciende un corazón
en algún punto del misterio.
Se peina con agujas engastadas
y ve pasar los días como trenes
a la sombra del colegio.
Finge que te habla.
Asiste a su vida.
Espera a la esperanza.

La niña triste entiende del sufrimiento
mucho menos
de lo que sabe del olvido.
Monologa con el humo que la invade
sentada en aquel banco de la esquina
en el arcén donde derrapa mi mirada
por las tardes.
A veces le preguntas
si sabe dónde está
o a quién espera
y, sin despegar los labios,
sin mover ni conmoverte,
concibes que ella sola es la repuesta.
Comprendes y enmudeces.
Sin callar,
solamente imitas su silencio.

La niña triste se llama
Marta
o Marina
o Carlota.
Pero no es Marta
ni Marina
ni Carlota.
Cuando abandona
la sombra pírrica
del sauce que le llora en el colegio
ni siquiera es una niña.
Es un trozo de persona,
algo así como un enser
que estorba en plena calle,
y que hay que apartar hacia una esquina
para no tropezar con su mirada.

La niña triste juguetea con su cadena
bruñida de esperanzas,
rota por los dos costados,
hasta que un coche la aparca
en otra acera.
En otra alma.

A las impuntuales cinco de la tarde,
Mamá triste
se lleva a la niña triste al universo
y te libera
del mágico desdén de contemplarla.
Pero no le recompone la sonrisa
ni a nosotros la conciencia.
Apartas la vista
de un reguero de sangre que fluye finamente,
más escuchas su murmullo.
Y caen dentro de ti las gotas secas.
La niña triste existe
día tras día
sin descanso.
Y día tras día
su madre la recoge
como se recogen las sandalias
después de una resaca.
Vive donde no van a llegar los pensamientos
y siempre vuelve a casa,
día tras día.

Vivimos en un mundo donde es difícil recuperar la alegría.

[H&C]