Fui a la playa y traje arena en la maleta. No piedrecitas. Sólo arena. Ví el mar. Me di cuenta de que tenía fronteras. Y traté de robarlas metiéndolas en la maleta. Ahora están en mi casa. En un armario, en una bolsa, en una maleta. He robado también, un trocito de montaña. Para sentir cerca de mí su grandeza. Para que me de sombra, cobijo, alma. Me impregno de su altura. Me caigo con su caída. Me erosiono con los vientos que la tocan. Ardo con el fuego que la quema. Fui alguna vez, al campo para robar hierba. Pero la veía secarse y morir y ser yo de alguna manera. Me entristecía y sólo podía coger un poco de tierra. Cuando esta madura. Cuando se seca. Se convierte en arena. Y yo la llevo al mar, sin que nadie me vea.
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