martes, 27 de septiembre de 2011

Cuando una musa te pide un café... tú la invitas a 100 que yo los pago.


Todos los días me prometo besarte
cortarle las cadenas al enfado
Saboreo en mi imaginación tus labios
siento el hilo de tu amor entre mis dedos
Me miro de nuevo al espejo
(nadie quiere innovar en depresiones)
y cambio mis ojos por tus ojos
(más bien una burda copia de ellos)
por eso de sentirme preparado.
Pego unos botes en el suelo..
mientras recito en mi mente
posibles conversaciones
que te hagan sonreír segura..
Poesía, Estudios, el “resto”
un par de chistes malos..
y lo demás que lo supla el silencio.
Cuando terminamos te abrazo..
y sólo me maldigo apretando los puños
por recoger valentías y esperanzas
en un vientre...
aún repleto de agujeros.
(S)

3 comentarios:

Alina Morricone dijo...

"y lo demás que lo supla el silencio" Es muy buena opción, a veces el silencio lo dice todo.

[H/C]--(S) dijo...

Ya te he dado mi opinión. Lo único que queda un poco mal yo creo es lo de "sólo me maldigo apretando los puños". Yo le quitaría el sólo y creo que queda mejor.

Lo que más me gusta es lo de me miro al espejo (nadie quiere innovar en depresiones)... me parece sarcástico y genial, de los mejores versos que he leído últimamente.
Paz.

El Traste Nº 27 dijo...

Muy guapo el poema, además de citar en el título a Sabina (que ha sido lo que me ha llamado la atención xD)

Coincido con la señorita Morricone y por lo tanto contigo S, en que el silencio puede decir muchas más cosas de las que creemos.

Si ya lo dice el refrán, que el que calla, otorga.