jueves, 12 de enero de 2012

Intentando ver las cosas con claridad.. aprender de los errores sin condenar.


Noto a mis errores.

Como me van envolviendo.
Crispándome mientras se acoplan
decididos a pertenecerme.
Obstinados en regresar a mi
cada vez que hastiado
me jure volver a olvidarlos.

Cavo en su pesar que sólo es mío,
tomo consciencia de sus cadenas
y con el forcejeo..
con el sudor..
dreno también la rabia.

Por un momento
no tengo más que excusas.

Se me entumecen las manos
en el denso circular del tiempo
y una nube de aceptación
los recubre oscura,
luego cálida en mi mente,
les da cobijo..
desconfiado afecto..
la paz que tanto necesitan.

Comienzo así
otra página en un blanco
cada vez más grisáceo..
dispuesto a llenarlo de nuevo
de faltas de ortografía
y marchitas joyas de obsidiana.

Al fin y al cabo
los bastardos
de mi pensamiento son,
de mis hijos...
los que más me han enseñado.

(S)


... a llorar vete a otra poesía.


1 comentario:

Juan Ojeda dijo...

Aceptación sin lágrimas ni carcajadas; es una distancia (llámese equilibrio) muy difícil de recorrer con las banderas caídas y la memoria afilándose en la trinchera,,,

Calma
calma
calma

es como "alma" con la letra "ce" por delante, ce de casa.

Un fuerte abrazo.