sábado, 11 de octubre de 2014


TERESA

Así, febril, aturdida, gris,
semiinconsciente,
fuera del menester y de la duda,
rodeada de tubos y pastillas
y cobardes
te juzgaron.

Haz memoria, Teresa, dinos algo
y desaparecemos de tu alrededor
como avión que despega a la señal pactada.
Y tú caerás, caerás,
a plomo y fuego,
se desvanecerán las calles de tus ojos,
caerás al mar, al cielo, a la deshonra,
al vacío que excavan las palabras
repetidas hasta matar
como la sangre
por los poros.

Porque fuiste mujer
y obrera
y te manchaste,
arriesgaste tu vida por cuidar a otros
y dicen que lo hiciste por dinero

porque ellos están muertos por dinero.

Porque fuiste a la peluquería
y te depilaste,
como obrera y mujer te depilaste,
aún con un virus comiéndote
fuiste mujer y obrera,
y te faltaron dos décimas de fiebre
para que te reconociesen como víctima
y no te diesen paracetamol
para bajar tu fiebre
y que te faltasen dos décimas
para que te reconociesen como víctima.

Teresa.

Teresa,
como un cirio en el ala de un secreto,
remando con petequias en las manos,
cabalgada por callos y mentiras,
Teresa que es culpable de confiar en ellos,
para que confiemos en ellos dicen que es culpable
Teresa,
para que confiemos en ellos
como Teresa
que es culpable
por confiar en ellos.

Teresa
como un sueño de amor que late en vano.

Teresa que atraviesa, que aterriza,
Teresa tersa, tensa,
tose y prende fuego al rostro
de un ministro.

Teresa como un arco que dispara
una flecha rota.
Teresa,
como la luz que hay ahora en todos
los rincones del mundo, titilando
para que la oscuridad
no engulla
el cuerpo de los hombres.


Si sirve para que ices la cabeza
te diré que yo los veo
darte la espalda con miedo,
aún moribunda.

Que yo sé quiénes son y lo que han hecho.

Que yo si sé quién mata
desde una tablet
pagada con dinero público.

Que nosotros sabemos quién os envía a morir
como soldados de un país que no os ama,
que llama héroes a sus futbolistas
mientras estás tú ahí
y dice que vivís muy bien
y que morís muy bien.

Que nosotros sabemos quién te tocó la cara.

Que son las personas como tú
las que salvan al mundo
de derrumbarse a cada instante.

Teresa,
Porque nadie nació
para encubrir su muerte

ni para justificar su vida.

No habrá quién pueda contigo,

Teresa,

heroína que escupe sangre a dios
y mira al frente.

2 comentarios:

Carmen Conde Sedemiuqse dijo...

Sin palabras, el poema las tiene todas.

Besos y amor
je

Carmen Conde Sedemiuqse dijo...

me despisté...no me fije si sale comentario.